Compositor i director. A los 9 años había empezado a tomar clases de piano con su hermano, después estudió con Manuel Ponce, y cinco años después, conoció a Pedro Luis Ogazón, el hombre a quien después le atribuiría su formación musical (le acercó la música de Debussy y la teoría de armonía de Juan Fuentes). Autodidacta ante todo, finalmente completó sus estudios formales en el Conservatorio Nacional y se diplomó en composición.
Con su viaje a París, Chávez se hizo amigo del compositor Paul Dukas, quien lo alentó para que se concentrara en la rica herencia musical de México. De regreso a México, Chávez organizó conciertos de música contemporánea y promocionó muchos trabajos que no habían sido escuchados allí, pero la recepción no fue muy cálida, por lo cual decidió regresar a Nueva York, (ciudad que le posibilitó conocer a Copland y Varèse).
Con su vuelta a México en 1928, aceptó el cargo de director musical de la Orquesta Sinfónica Mexicana, (la reorganizó y le cambió el nombre, y pasó a ser la más estable de la historia del país). Fue designado como director del Conservatorio Nacional. En 1943, fue uno de los miembros fundadores del Colegio Nacional y desarrolló una amplia labor como conferencista de temas musicales. También abrió una editorial musical y fue nombrado director del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Sin embargo renunció a muchas de estas obligaciones para dedicarse más a la composición, la enseñanza, las conferencias y la dirección orquestal. Optó de nuevo por regresar a Estados Unidos, donde trabajó con varias organizaciones y universidades norteamericanas.
La década de 1930 dio origen a la mayoría de las obras más memorables de Chávez, incluyendo la Sinfonía de Antífona (1933) o Xochipilli (una música azteca imaginaria, arreglada para cuatro instrumentos de viento y seis de percusión, utilizando una variedad de instrumentos indígenas mexicanos).
Con su viaje a París, Chávez se hizo amigo del compositor Paul Dukas, quien lo alentó para que se concentrara en la rica herencia musical de México. De regreso a México, Chávez organizó conciertos de música contemporánea y promocionó muchos trabajos que no habían sido escuchados allí, pero la recepción no fue muy cálida, por lo cual decidió regresar a Nueva York, (ciudad que le posibilitó conocer a Copland y Varèse).
Con su vuelta a México en 1928, aceptó el cargo de director musical de la Orquesta Sinfónica Mexicana, (la reorganizó y le cambió el nombre, y pasó a ser la más estable de la historia del país). Fue designado como director del Conservatorio Nacional. En 1943, fue uno de los miembros fundadores del Colegio Nacional y desarrolló una amplia labor como conferencista de temas musicales. También abrió una editorial musical y fue nombrado director del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Sin embargo renunció a muchas de estas obligaciones para dedicarse más a la composición, la enseñanza, las conferencias y la dirección orquestal. Optó de nuevo por regresar a Estados Unidos, donde trabajó con varias organizaciones y universidades norteamericanas.
La década de 1930 dio origen a la mayoría de las obras más memorables de Chávez, incluyendo la Sinfonía de Antífona (1933) o Xochipilli (una música azteca imaginaria, arreglada para cuatro instrumentos de viento y seis de percusión, utilizando una variedad de instrumentos indígenas mexicanos).
