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El Tchaikovsky más romántico

Enric Ros per a La Finestra Digital Exaltación romántica en el Auditori, servida por una  Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) en plena forma. Una noche memorable en la que se combinó riesgo –sobre todo en el estreno de una obra de Jesús Torres– y amor a la melodía, gracias a una interpretación de la “Patètica” de Tchaikovsky simplemente magistral. Si hace tan solo una semana Pablo González nos deleitaba con una vibrante incursión en el planeta Mozart, este fin de semana pasado nos condujo, con determinación, a la plenitud romántica del Tchaikovsky más tardío, el de “Patética”, su última sinfonía, que se estrenó precisamente tres días antes de su muerte. Como ya es habitual, el programa de esta semana se trató de un más que  interesante diálogo entre pasado y presente; en este caso entre las sublimes melodías del autor ruso y las fascinantes irrupciones sonoras de compositores del siglo XX, como el ya "clásico" Samuel Barber o el zaragozano Jesús Torres, quien estrenó una nueva obra escrita expresamente para la OBC titulada “Libro de los secretos”. Además el concierto del sábado fue grabado para ser emitido en streaming en la página web www.medici.tv, un canal de televisión online dedicado a la música culta. El concierto empezó de forma inmejorable con el Adagio para cuerdas de Barber, una espléndida muestra, justamente famosa, del talento del compositor de Pensilvania para conseguir una increíble intensidad con una bien dotada sección de cuerdas, entregada a sostener largas líneas melódicas.  Con Barber, González consiguió ya el primer “nirvana”, pero, a continuación, supo mantenerse a la altura con una operación de riesgo que se ha de valorar especialmente: el estreno de una obra contemporánea, escrita para la ocasión y dedicada afectuosamente al propio González, lo que arrancó unas merecidas ovaciones. En “Libro de los secretos”, Torres supo mostrar todo su talento, su capacidad de fusionar sabiduría musical y sentido del riesgo, amor a la melodía (fragmentada) y ejercicio atonal, “música repetitiva” y capacidad de sorpresa. Con esta obra, dedicada al místico sufí Fari ad-din Atar, gran maestro persa de los siglos XII i XIII, todo el Auditorio vibró como nunca, gracias  a los intensos combates de vientos, cuerdas y percusión  que nos ofreció este joven creador, y que cuenta ya con una orba que ronda las ochenta composiciones. No es de extrañar que el compositor se despidiera del escenario con una sonrisa, envuelto por las primeras ovaciones de la noche. En la segunda parte, un embriagado por la pasión musical como en las grandes ocasiones, nos ofreció una brillante, excelsa interpretación de la sexta sinfonía de Tchaiaikovsky, en la que se hacía patente la tempestad desbocada de sentimientos que sacudía al compositor ruso, sobre todo en sus años finales. Una OBC bien engrasada supo extraer toda la emoción a esta obra maestra, especialmente en la gran Adagio final –pocas piezas musicales acaben de forma tan emocionante como esta- que dejó al público sobrecogido de placer. Si después de leer estas líneas lamentan habérselo perdido, no se lo piensan más y vayan a la web de Medici.tv. Encontrarán casi una hora y media de felicidad.
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