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Noseda, Maistre y Cadaqués, un trío perfecto.

[caption id="attachment_5563" align="alignleft" width="300" caption="Un momento del ensayo del Concierto para Arpa de Montsalvatge"][/caption] En su decimocuarta presentación del Ciclo Ibermúsica, sin duda el más prestigioso de Madrid y quizá de España gracias a la figura de Alfonso Aijón, su creador, pensador y alma-mater, la Orquesta de Cadaqués ha presentado un concierto que ha hecho las delicias del público y de los intérpretes, que siempre celebran la vuelta de Gianandrea Noseda al podio y de un solista con el carisma como el de Xavier de Maistre. Para mi la tarde empezó en el ensayo, con el placer que supone ver trabajar a los Maestros (sí, con mayúscula), obteniendo matices sorprendentes en obras conocidas y demostrando que el buen talante también es una muestra de grandeza. Pero el concierto, momento en que todos se crecen, fue digno de recordar. La sala prácticamente llena, como siempre en este ciclo, que mantiene un público fiel aunque quizá demasiado ruidoso en los silencios entre movimientos. Abrió el concierto la Sinfonía Clásica de Prokofiev, una obra que parece pensada para la plantilla de esta orquesta.
El concierto para arpa de Montsalvatge conquistó a un público especialmente reacio a la contemporánea en este ciclo, pero que ha caído a los pies de Maistre, Noseda y Cadaqués
Movimiento tras movimiento fuimos siguiendo la musicalidad de Noseda, con un momento cumbre en la brevísima Gavotta del tercer movimiento, quizá el más rico de esta obra, perfecta en su composición y sorprendente por su fecha, pero con pocas sorpresas. Tras esta primera obra, el sorprendente Concierto para arpa de Xavier Montsalvatge, interpretado por Xavier de Maistre. El arpista francés está consiguiendo con su trabajo llevar al arpa a lugares donde no había estado quizá desde figuras como Nicanor Zabaleta, a quien está dedicado el concierto. El diálogo entre el solista y la orquesta fue perfecto, a pesar de las obvias dificultades físicas para el conseguir que el arpa esté en igualdad de condiciones con la orquesta. Los ritmos siempre presentes en la obra de Montsalvatge aquí parecen alcanzar un culmen, con una sección de  percusión siempre presente, y el homenaje a la música guaraní del final han conseguido conquistar al público, especialmente reacio a la contemporánea en este ciclo, pero que ha caído a los pies de Maistre, Noseda y Cadaqués. Dos bises, uno sobre la Vida Breve de Falla y otro sobre el Carnaval de Venecia, han terminado de hacer que Xavier saliera de la sala en una clamorosa ovación. El segundo tiempo del concierto, la Cuarta sinfonía de Mendelshonn, llamada por el compositor Italiana, ha vuelto a poner de manifiesto que nunca una obra se conoce suficiente como para no poder sorprenderte con nuevos rincones musicales. Un tempo agilísimo, casi poniendo a prueba a los músicos sobre el escenario, unos vientos controlados y melódicos y una cuerda que ha brillado especialmente en los matices del Saltarello final han vuelto a conseguir que el público deseara que el concierto no terminara nunca. Sin duda un enorme ¡Bravo! para todos los protagonistas, que llevaron ayer (9 de noviembre) el concierto a Zaragoza, continuando después en Girona y luego con una gira por Alemania que, con toda seguridad, hará también disfrutar a todos los que tengan el placer de asistir.
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